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INICIO DE CLASES A LA MEXICANA EN LA 4T. Por Alfredo Oropeza

A diferencia de otros países, que buscan preparar e implementar de manera planeada y ordenada el inicio del siguiente ciclo escolar, el gobierno mexicano da arranque de manera improvisada y al “hay se va” el ciclo escolar 20-21; como otro intento más por aparentar tener las cosas bajo control y recetar su tan choteado “no pasa nada”.
Mientras los gobiernos responsables de otras naciones asumen de manera seria la Política de Estado, de brindar una educación de calidad que garantice el aprendizaje, tomándose el tiempo debido para adaptar su sistema educativo a la nueva realidad, con programas de enseñanza aterrizados en las nuevas tecnologías y con la capacitación debida a su plantilla docente; en México, se avienta al ruedo al magisterio para lidiar con más de 30 millones de alumnos, que con los padres de familia, atienden al llamado a clases con dispares condiciones sociales y económicas.
Así como el gobierno de 4Ta. se lavó las manos, al no asumir acciones eficaces para la reactivación económica, dejando a su suerte a las pequeñas y microempresas, al igual que a comercios formales e informales; así como dejó la carga del cuidado de su salud a la población, para que tome sus propias medidas de prevención, declarándonos como los únicos responsables en caso de contagiarnos de Covid-19; así, ahora, carga sobre los hombros de los maestros y padres de familia la responsabilidad de que nuestros hijos aprendan o no, dejándonos a nuestra suerte el que puedan tomar clases en las diferentes modalidades y con las herramientas a nuestro alcance.
Con la idea común de que los mexicanos son buenos para ingeniárselas (haciendo las cosas a la mexicana) y ante la falta de planeación y preparación, el gobierno está orillando a maestros y padres de familia a improvisar, arreglándoselas como puedan con ingenio y ocurrencias, para que sus hijos puedan cumplir con el nuevo ciclo escolar.
Lo anterior, lo confirma el propio Secretario de Educación Pública, Estaban Moctezuma, al afirmar que “el país decidió continuar con la educación a pesar de que muchas naciones no hicieron lo mismo. Hoy lo vemos con naturalidad, porque ninguno de nosotros estudió para ver cómo se educa en una pandemia”. Lo que se lee entre líneas es, así como el gobierno actúo al “inguesu…” en el cierre del ciclo escolar durante marzo-junio, así actuará en el arranque del ciclo escolar 20-21, sin una estrategia estudiada y sin una planeación bien defina.
Ya sea a través de las clases en línea, aunque sólo el 44.3% de los hogares cuentan con una computadora y, en el caso de las familias que tienen más de un hijo inscrito en la escuela, la competencia por el uso de la computadora pone en complicaciones a los padres de familia. Además, el 17.5% de los hogares en México no se ubican dentro de la cobertura para acceder al internet, según el Instituto Federal de Telecomunicaciones.
En cuanto a los dispositivos móviles, sólo el 75.1% de la población cuenta con un teléfono celular, en la mayoría de los casos, son limitados al uso de los padres y dependen sólo del uso de datos móviles limitados.
En la opción de clases por televisión abierta, en pleno siglo XXI, el 10% de los hogares en México no cuenta con un televisor, de acuerdo con INEGI; mientras que los hogares que cuentan con televisor, sólo en el 76.5% son del tipo digital.
Aterrizados en los datos anteriores, el empecinamiento de declarar el inicio del ciclo escolar, por parte del gobierno de 4Ta., está generando una mayor desigualdad y está creando conflictos entre maestros y padres de familia, que se complican la vida por atender las sesiones a distancia.
Contradictoriamente, el gobierno de López ha convertido el regreso a clases en un privilegio, donde los que tienen mayor capacidad de adaptarse a la modalidad a distancia, a las nuevas tecnologías requeridas y que cuentan con mayores recursos, serán los más aptos y con mayores ventajas para atender el programa educativo.
Lo cual, no implica que habrá mayor aprovechamiento en el aprendizaje, ya que nos quedó comprobado (durante el período de clases a distancia, en el cierre del ciclo anterior) que el nivel de atención y retención de nuestros hijos es mucho menor frente a una computadora o un televisor. Más aún, cuando a duras penas los maestros se avientan al ruedo tecnológico dando clases con herramientas multimedia, para las cuales no fueron capacitados y adiestrados oportunamente.
Como todo en la 4T, el programa educativo solo queda en buenas intenciones, pero solo en la parte ideológica o teoría; porque en la práctica termina provocando una situación de discriminación, dentro de un modelo de educación (no deseado) a dos velocidades: entre las familias que sí tienen los recursos y el tiempo para afrontar las clases a distancia, y las que no tienen esa ventaja económica o social.