Artículo de opinión Morena, el niño que se hizo gigante

 

Artículo de opinión

Morena, el niño que se hizo gigante

Por: Manuel Guzmán*

 

Cuando me afilié al Movimiento de Regeneración Nacional en un parque del municipio de Atizapán de Zaragoza, no imaginé las sorpresas que me llevaría en muy poco tiempo, ni que conocería a personas que se convirtieron en gente muy importante en mi vida.

El día de mi afiliación en aquel módulo, me entregaron un talón que condicionaba mi status como militante: era necesario asistir a una asamblea estatal en la ciudad de Toluca, como requisito para poder tener ese reconocimiento de parte de la organización, de lo contrario, sería un afiliado a secas.

La primera llamada telefónica que recibí de parte de alguien de Morena, fue de Ana Lilia López Jiménez –actual regidora electa en Atizapán-, quien me comentó que habría transporte para acudir a la asamblea estatal.

Aquel, fue un domingo larguísimo, cuando esperamos el arribo de Andrés Manuel López Obrador a esa asamblea, quien ya venía de otra llevada a cabo en Michoacán, que junto con las de otros estados del país, sería decisiva para que la autoridad electoral otorgara o no el registro y así, de ser una asociación civil, Morena se convirtiera en un partido político.

A partir de que conocí a Ana Lilia López y al secretario general del comité Carlos Galindo –su esposo-, todo vino en cascada, ya que fui convocado por ellos, a quienes llamo mis hermanos de lucha, a las marchas en defensa del petróleo, a las asambleas del comité de base de Villas de la Hacienda los miércoles y de ahí en adelante, a un constante activismo político.

Todo pasó a la velocidad del rayo: al año de militar en Morena, se conseguía el registro como partido y en 2015, nuestro instituto político participaba por primera ocasión en una elección, en este caso local, con el profesor Gersain Lima Ramírez, como nuestro primer candidato a la alcaldía de Atizapán, César Hernández como abanderado a diputado federal y Karina Arvizu –hija del actor Jorge Arvizu “El Tata”-, quien buscaba convertirse en diputada local.

La presentación de Morena en su primera elección tuvo saldo positivo: en Atizapán se llegaba al tercer lugar para la presidencia municipal, se conseguía una regiduría y se echaba al PRD a la quinta posición, dejándolo sin representación en el cabildo, se ganaba la alcaldía de Texcoco, además de la obtención de diputaciones locales y regidurías en diversas demarcaciones.

Habrá quienes piensen que Morena sólo se fortaleció con el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, pero además del innegable y fundamental papel de nuestro líder, detrás del triunfo de la izquierda, hay invertidas muchas horas de ardua labor política, de tocar puertas, de hablar con la gente, de distribuir el periódico Regeneración, de llevarle un mensaje de esperanza a la ciudadanía, que se volvió muy desconfiada con todo aquello que tuviera que ver con política y gobierno.

Fueron largas caminatas por las comunidades y en el caso de Atizapán, campañas constantes de afiliación, penetrando en las colonias, para convencer a la población respecto al proyecto y la urgente necesidad de un golpe de timón para dejar atrás más de 30 años de neoliberalismo, que ha sumido al país en la más insultante desigualdad social, en la corrupción y en la inseguridad pública.

Los primeros candidatos de Morena a cargos de elección popular, salían a hacer campaña con recursos muy modestos, incluso, vale reconocerlo, hasta con algunas carencias: había brigadistas que no comían más que tacos de chicharrón, porque no había para más. Pero iban al encuentro con los ciudadanos, superconvencidos de su labor.

Sin embargo, la elección de gobernador en 2017, ya nos anunciaba que vendrían cosas buenas, toda vez que la candidata de la izquierda Delfina Gómez Álvarez, había logrado partido contra partido, sin considerar coaliciones, más votos que el gobernante PRI. El trago amargo de que no se reconociera su triunfo sino el del priísta Alfredo Del Mazo, nos empujaba a luchar más.

Pero la actitud inquebrantable de Andrés Manuel, le ganó simpatías por todo el país, su discurso contra un régimen opresor, conectaba con la realidad cotidiana de la gente, no sólo en la capital de México y los estados del sur, donde tradicionalmente le va bien a la izquierda, sino, inclusive, en las entidades del norte, azotadas por la violencia, viviendo los ciudadanos bajo un estado de guerra, con una clase media depauperada por el alto costo de la vida y los gasolinazos, lo que llevó a la mayoría de los mexicanos a gritar silenciosamente en las urnas el 1 de julio de 2018 un “ya basta.”

Cuando acudí al cierre de campaña de Andrés Manuel en el Estadio Azteca, pude darme cuenta de que la sociedad mexicana ya no podía esperar otros 6 años a ver si podían cambiar las cosas: era ya imperativo realizarlo.

Hoy, López Obrador, uno de los líderes sociales de mayor peso en la actualidad, ha sido electo como próximo presidente de México, Morena ha ganado más de 50 alcaldías en el Edoméx, se hizo con la mayoría simple en el Congreso de la Unión y la mayoría absoluta en el Congreso del Estado de México.

Morena cumplió 4 años el pasado 9 de julio de haber recibido su registro como partido político. No conozco otro partido en el México contemporáneo que a sólo 4 años de tener registro haya ganado las elecciones presidenciales. Cuando ingresé al partido, éste era un recién nacido, a la fecha es todavía un niño, pero un niño gigante. Se está haciendo historia. La cuarta transformación está en marcha.

*Periodista y jefe de prensa del comité municipal de Morena en Atizapán de Zaragoza.

 

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