Columna Convicción militante y desafección política: una lectura mexiquense.

Columna Convicción militante y desafección política: una lectura mexiquense.

*Oscar Juárez Domínguez

Morena es un estado de ánimo. Los cambios provocados por las reformas han sido diversos, complejos y simultáneos. El electorado de las ciudades mexiquenses quedó expuesto a la incertidumbre de las transformaciones nacionales sin comprender la narrativa de los beneficios públicos. Solo registró las malas cuentas de los gobernadores de otros estados y de sus ayuntamientos como un abuso hecho a costa de su propia estabilidad. Estalló la indignación en las redes sociales y el partido del presidente perdió apoyo entre los votantes urbanos, escándalo tras escándalo, propio o ajeno, desde Iguala a Veracruz.

La coyuntura marcada por un bajo nivel de acuerdo presidencial, vaticinaba en los pronósticos de la prensa nacional una competencia mexiquense entre PAN y Morena, la casi extinción del PRD y la caída del PRI a tercera fuerza estatal. La alternancia en todas sus letras y el fin sexenal anticipado del peñismo.

El apoyo electoral a la opción populista de Morena pasó en solo un par de años de uno a dos dígitos a nivel estatal y en los municipios urbanos mexiquenses con mayor Índice de Desarrollo Humano (IDH) logró promediar más del 200% de incremento en su taza de votación así como ser la segunda fuerza partidista sin contar con una estructura territorial efectiva en 80% de los municipios rurales; solo capitalizando el malestar democrático, condensando la desafección política.

Sin embargo, el malestar social no alcanza para detonar una alternancia en el Estado de México; es decir, el rechazo a un partido no es suficiente para ganar una elección en un sistema pluralista competitivo, con alta volatilidad en las preferencias, estructuras territoriales priistas y electorados reflexivos sin identidad de partido.

Morena y el PAN se equivocaron.

Las oposiciones también condensan un rechazo ciudadano del 70%. Esto fue decisivo a la hora de votar.

El efecto AMLO fue nulo. Los cambios de humor del elector caracterizaron los arranques de campaña; cerca del 78% de los posibles votantes se mostraban escépticos y reflexivos de acuerdo a datos de la Primera Encuesta Estatal de Parámetro Consultores.  Las estrategias fueron ajustándose: ante el fuerte rechazo e indecisión del votante sin partido; el PRI apeló a sus bases, a su votante duro, diseñó entonces la campaña de Alfredo para el priismo. Un acierto estratégico que para algunos columnistas no tuvo una narrativa adecuada en aire y una plena operación en tierra. Ajustaron. Ofrecieron a su base la tarjeta rosa y una alianza a las mujeres. Resultó. Alfredo logra romper la barrera de los 30% y mantenerse como puntero durante toda la campaña gracias a un voto de convicción de la militancia priista mexiquense que rebasó a su clase política, tomó la calle y ganó la elección.

La caída electoral de Josefina Vázquez Mota obliga a cambios en el PAN. Mal planteamiento fue apostar todo al sentimiento anti priista. La propaganda únicamente provocó que los priistas movidos por el orgullo activaran sus votos rurales para Del Mazo mientras que los panistas escépticos vieran a Morena como opción de alternancia, polarizando así la elección. De ahí que Delfina creciera en las cuencas urbanas del panismo a expensas de Josefina.

Antes del segundo debate, las cuentas no le daban a Morena. Necesitaba pepenar votos de Neza pero sin negociar con los jefes del perredismo y ningunear a Juan Zepeda. Sucedió lo contrario. Zepeda con astucia y congruencia desafía a López Obrador, adquiere visibilidad nacional y gana atractivo entre votantes jóvenes indecisos que se inclinaban por Delfina Gómez.

Alfredo fue un extraordinario candidato y será un gran gobernador. Conjuró el riesgo del voto útil opositor y convocó a la unidad de los suyos. Entre los votantes fue el candidato mejor evaluado en atributos, capacidad y liderazgo. Los negativos que presenta se asocian más con las malas cuentas de los gobiernos de su partido. Él deberá demostrar eficacia política, sensibilidad social y capacidad de traducir el malestar en confianza, para lograrlo, cuenta con el apoyo de más de dos millones de mexiquenses que hicimos nuestra su idea de progreso.

*Politólogo