Columna EN LA MIRA
Columna EN LA MIRA
Por: Manuel Guzmán
*Saldo y lección del 19-S
Si durante 32 años los mexicanos hemos dicho una y otra vez que el terremoto de 1985 dejó importantes lecciones de civismo y solidaridad, lo aprendido luego de los sismos del 7 y 19 de septiembre de 2017, nos enseña también que la fragilidad de la vida humana frente a los fenómenos de la naturaleza, debería ser un peldaño fundamental para construir una mejor sociedad.
La tragedia que enlutó hogares, lo mismo en Oaxaca, Chiapas, Puebla, Morelos, Guerrero, Edoméx y la capital del país e incluso en otras entidades de las que poco se ha dicho como Tlaxcala, sacó a relucir lo mejor de la población, pero también lo peor:
Unos, arriesgando su propia vida para tratar de salvar la de otros, mientras que una minoría de gente desnaturalizada, se dedicó a la rapiña y hasta a ocupar viviendas aprovechando la confusión, para luego ponerlas a la venta, exigiendo millones de pesos por inmuebles que no les pertenecían.
Aunque en el país a raíz del terremoto del 85 se generó la cultura de la Protección Civil, la actitud del Estado Mexicano fue autoritaria, al querer hacerse a como diera lugar, con el control total de las tareas de rescate y atención a los damnificados, haciendo a un lado a rescatistas mexicanos que están igual o mejor preparados que los extranjeros.
Y no digo que soldados o marinos no sepan qué hacer ante una estructura colapsada, pero quienes les dan órdenes, mandaron un mensaje cargado de autoritarismo, para desmovilizar a la sociedad civil y que ésta se auto organizara como en el 85, cuando el propio presidente de ese tiempo Miguel de la Madrid, no supo qué hacer, frente a la magnitud de la catástrofe.
Cierto es que en la capital se cuenta con un sistema de bocinas de alarma sísmica, pero éste es insuficiente y en el Edoméx, apenas hay un despertar para que esa tecnología sea habilitada y contribuya a facilitar que la gente pueda salir de inmuebles que pueden colapsar con un fuerte movimiento telúrico.
El municipio de Huixquilucan, por ejemplo, invertirá en total 13 millones de pesos (10 el ayuntamiento y 3 la iniciativa privada), para la habilitación de alarmas sísmicas, tal como lo anunció el alcalde Enrique Vargas del Villar.
A un mes del 19-S, el saldo dejado por el terremoto arroja cifras escalofriantes: en el Edoméx, hay 300 templos dañados, 12 municipios que tuvieron que ser declarados como zonas de desastre, 60 localidades que registran afectaciones. Además de ello, quedaron 1800 viviendas en calidad de inhabitables, se tendrán que demoler 78 escuelas, de un total de 469 centros educativos afectados que presentan daños mayores, aunque son 3 mil 646 el total de las afectadas, sin olvidar el hospital de Valle Ceylán en Tlalnepantla, cuyo destino seguramente será la demolición.
En Atizapán de Zaragoza, la alcaldesa Ana Balderas, pide el apoyo del gobernador Alfredo Del Mazo, debido a las afectaciones que dejó el sismo y tan sólo el área de Protección Civil, registra mil 500 peticiones de revisión de inmuebles, cuyos habitantes o propietarios presumen haber encontrado daños que requieren de un ojo experto para saber a ciencia cierta cómo se encuentran.
En fin, el camino será largo para que las cosas vuelvan a su estado normal, ha habido muchas lágrimas vertidas por los que perdieron la vida, queda mucho por reconstruir, heridas que sanar, patrimonios qué recuperar, pero de una experiencia dolorosa también se aprende y así como 1985 marcó un antes y un después para México, seguramente 2017 no será distinto y el país evolucionará rumbo a una mejor calidad de vida.