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Columna EN LA MIRA

 

Columna EN LA MIRA

Por: Manuel Guzmán

*La debacle de Ricardo Alemán

Vaya lío en que se metió el periodista Ricardo Alemán, pero lo hizo por decisión propia porque nadie lo obligó a publicar en las redes sociales su apología del delito, al tratar de azuzar a cometer un crimen, en la persona de Andrés Manuel López Obrador. Lo cierto es que se hizo el harakiri.

Es bien sabido, que Ricardo Alemán ha invertido mucho de su trabajo en atacar a AMLO, incluso, cuando toca otros temas y de pronto, atropellando su propio espacio en televisión, cambiaba de idea súbitamente, para acordarse de que no podía salir del aire sin denostar al tabasqueño.

Ricardo Alemán ya no se sentía conforme solamente con sus diatribas e infundios cotidianos contra el Peje, ya se le había agotado la credibilidad y su discurso visceral encontró un nuevo camino, un peligroso camino por cierto, ya que olvidó su responsabilidad social como comunicador, para convertirse en un terrorista verbal.

Los colegas que me lean podrán decir que Alemán sólo ha hecho uso de su libertad de expresión, lamento decepcionar a quienes opinen así: ser periodista no implica llamar a la gente a violar la ley ni mucho menos, a convocar a privar de la vida a alguien que no sea de nuestra simpatía, porque somos de otra ideología, mentalidad, intereses o privilegios.

Entendamos que el ejercicio periodístico es de ida y vuelta: lo que se dice de parte de un comunicador tiene un impacto en la sociedad, pero no pretendamos que el periodista no es parte de la sociedad y que vive en una isla aparte, lejos de ello, hoy un comunicador tiene que contribuir a una mejor convivencia social y ofrezco como prueba de mi dicho, que la ONU alienta a los periodistas a ser partícipes del periodismo, como aditivo a la cultura de paz, para ser promotores de la armonía, así como la sana convivencia humana.

El equívoco de Ricardo Alemán ha sido tan descomunal, que ello explica que Televisa de inmediato se haya desmarcado de él, despidiéndolo, viniendo luego en cascada, que lo hicieran a un lado de otros medios en los que estaba colaborando.

Que quede claro: no se trata de hacer leña del árbol caído, pero sí soy muy puntual en decir que el que siembra cosecha y el que busca encuentra. Ricardo Alemán, se dejó llevar por las vísceras, por su fobia personal contra López Obrador y cometió una irresponsabilidad como persona que no tiene nombre, que va más allá de lo periodístico, porque cuando no se está de acuerdo con algo, o con alguien, la libertad de expresión si se sabe  aprovechar, es con la argumentación eficaz, con la presentación de documentos, de pruebas con las que se demuestra que tal o cual personaje, no merece la confianza de la gente. Pero no lo hizo.

Soberbio y engreído como es, Alemán lejos de reconocer su desatinada acción, se ha pretendido victimizar y se dice objeto de un “linchamiento mediático” –que no existe- y de censura –totalmente falso-, con lo que él mismo evita limpiar su imagen.

Lo más grave para él, es que si AMLO llegase a ser objeto de algún atentado, en lo sucesivo aparecerá como el sospechoso número uno y segundo, que en vez de afectar el paso firme de López Obrador, le ha ayudado pese a que lo observa como el enemigo a eliminar, porque ahora más de uno se estará apuntando como voluntario para salvaguardar su integridad física y el electorado lo verá como el candidato que hay que apoyar, porque se encuentra bajo amenaza. Y hay más, le puede llover sobre mojado, porque no se descarta que Alemán pise la cárcel, a causa de su convocatoria fascista.