LA OPINIÓN JOVEN… “¿El cambio está en uno mismo?”
LA OPINIÓN JOVEN
Por: Fátima Gabriela Delgado Romero
“¿El cambio está en uno mismo?”
Estos últimos días se han suscitado diversas polémicas en cuanto a los candidatos electos, el más sonado y visto en las redes sociales ha sido el de Pedro César Carrizales Becerra “El Mijis”, diputado local electo en San Luis Potosí y quien ha causado controversia y fuertes críticas por su apariencia, puesto que no es el típico político que porta traje y corbata, usa pantalones holgados, playeras sin mangas y además tiene el cuerpo tatuado, motivo por el cual es discriminado.
“El Mijis” ha sido participe de movimientos sociales que tienen como fin combatir la desigualdad ayudando a niños en situación de calle, pues él asegura haber tenido una vida difícil que lo ayudó a entender tal situación, sin embargo, hay quienes no logran concebir cómo una persona con esa apariencia pueda representarlos en el Congreso y hasta cierto punto es “normal” que tengan esos prejuicios y si me atrevo a decir que es “normal”, es porque la cultura mexicana tiene muy presentes los estereotipos, estos los vemos en todos lados (especialmente en la televisión) , lo que me parece inaceptable es el clasismo y racismo que existe entre nosotros como pueblo mexicano; no es posible que nos atrevamos a condenar a Donald Trump por discriminarnos, si entre nosotros mismos nos discriminamos, si no somos capaces de ver a personas como “El Mijis” (que no tiene antecedentes penales, que parece que su único crimen es vestir como “cholo”, tener tatuajes y no ser buen orador) representando a su gente en el Congreso.
Además de él, a quien han atacado fuertemente con este tipo de críticas racistas y clasistas ha sido al hijo menor de Andrés Manuel López Obrador, por su físico, por su cabello, incluso por su apellido, parece que no podemos darnos cuenta de que la mayoría de los mexicanos lucimos como él, ¿por qué entre nosotros tenemos que fomentar el odio y la exclusión?
Este tipo de actos no se pueden tomar a la ligera, ni seguir haciendo “bromas”, puesto que esas bromas llevan consigo una realidad cruel y devastadora de lo que es el odio y la discriminación. Tampoco se puede pregonar un supuesto “cambio en uno mismo”, si no conocemos el valor más importante que es el respeto.