NO BASTÓ LA FUERZA MORAL. Por Alfredo Oropeza

 

Al conocer la noticia de que López Obrador dio positivo a la prueba de Covid-19, tras tener síntomas de una gripa, por lo que pidió le hicieran la prueba, he de confesar que mi reacción fue de incredulidad y mis ideas giraron en torno al dicho popular: piensa mal y acertaras.

Lo anterior, apegado a un hecho real, el presidente López es un artífice asiduo de la pirotecnia, bombas de humo y cajas chinas. Todos, distractores de la opinión pública cuando las cosas no van nada bien –muy cotidiano en este gobierno– y cuando la popularidad empieza a declinar.

Luego de varias semanas de descontrol absoluto en la contención de la pandemia; con cifras récord en contagios, en las principales ciudades del país; con índices promedio a mil muertes diarias (desde el 5 de enero); con una desorganización absoluta y fallida de la campaña de vacunación contra el Covid-19; con más familias sufriendo todos los días del viacrucis de tener a un ser querido enfermo de gravedad, padeciendo el peregrinar en hospitales o buscando un tanque de oxígeno; con miles de familias sumándose al luto, el dolor o la rabia de haber perdido a un miembro por la pandemia; con los escándalos de que las vacunas se suministran primero a familiares y colaboradores de la 4T, saltándose la fila del personal médico y adultos mayores; con la caída del show de que millones de vacunas estaban garantizadas para México; entre muchas malas notas más.

Con todo este tiradero arrastrando desde el arranque del año y el dolor o la indignación de miles de familias, ¿qué conveniente sería para el presidente López, mostrarse solidario con el dolor ajeno, inmolándose como un contagiado más de Covid-19?

En principio, mandaría el mensaje de que no se aprovechó de los primeros embarques de la dosis contra el Covid-19, para vacunarse él y su familia, desmarcándose del verdadero comportamiento de muchos de sus funcionarios y jerarcas de la 4T y de Morena.

Segundo, se mostraría empático con las familias que han tenido a un miembro contagiado y, en el caso más dramático, perdido a uno de sus integrantes por el virus, exponiéndose como una víctima más del Covid-19.

Tercero, se tomaría un descanso en pleno pico de la crisis sanitaria, para relajarse y recuperarse; sobre todo, de los cuestionamientos, reclamos y señalamientos de la estrategia fallida, las vacunas a cuentagotas, de cuándo renuncia López-Gatell, del agandalle de vacunas por parte de funcionarios de la 4T, del uso electorero de las vacunas por Morena, etc. Todas esas preguntas incómodas y lacerantes, para las cuales, ya se le acabaron las excusas y los pretextos.

Y cuarto, se excusa de dar la cara en el momento en que lo peor está por venir, según proyecciones de investigadores médicos e infectólogos.

No es gratuito que la calificadora Bloomberg, y otras más, coloquen a México como el peor país en el manejo de la pandemia. Ciertamente, como dice López Obrador: somos un ejemplo mundial, pero para mal.

De las regiones más devastadas por la pandemia, México ocupa el lugar más bajo en todas las actualizaciones, desde las mediciones de noviembre. Junto con nuestro país, Sudáfrica y Colombia completan los tres últimos lugares, en el mundo.

Al igual que el ex presidente de EE.UU., Donald Trump, y el presidente brasileño Jair Bolsonaro, López Obrador es identificado como parte de ese bloque de presidentes irresponsables que minimizaron repetidamente la amenaza del coronavirus. “Ese grupo de liderazgos ‘arrogantes’ que han empeorado la crisis con sus negaciones de la realidad, sumando la precaria organización de los sistemas de salud pública”, dijo Cynthia Arnson, directora del Programa Latinoamericano del centro de estudios Wilson Center de Washington DC.

Por todo lo anterior, al conocer la noticia de que el presidente López daba positivo en su prueba de Covid-19 y que no le bastó su “fuerza moral”, para ser inmune; lo primero que se me vino a la mente fue la imagen del cantautor José Alfredo Jiménez, con zarape al hombro y el sombrero en el pecho, soltando del ronco pecho la estrofa: “pero todo lo aviento, porque quiero morirme, como muero mi pueblo”. Ni mandado a hacer para el populista tropical.