***Columna ENTRE LÍNEAS: ¿Quién nos protege de los que nos “protegen”?

***Columna ENTRE LÍNEAS: ¿Quién nos protege de los que nos “protegen”?

 

Aunque los cuerpos policiacos en el Estado de México son sometidos a las pruebas de control y confianza, la depuración de las corporaciones en la entidad no parece estar alcanzando los resultados proyectados.

Si los elementos que no funcionan porque arrastran adicciones a diferentes substancias o no están plenamente aptos para ejercer la protección de los ciudadanos, son dados de baja, ¿qué pasa con aquellos que aunque acrediten esos exámenes, se conducen con una actitud más cercana a la actividad delincuencial que al trabajo policiaco?

Los uniformados que violan la ley para hacerse de recursos extras a su salario, son una auténtica pesadilla y hasta amenaza para el ciudadano, tanto de a pie como para el automovilista o el transportista.

Lamentablemente, son muy comunes los casos de policías que denigran la alta responsabilidad que se les ha encomendado por parte de la sociedad y que creen que ser parte de una corporación es sinónimo de hacer dinero a costillas de la población.

No es únicamente el problema cuando se registra el abuso de autoridad, los golpes y patadas que malos uniformados le propinan a ciudadanos, sino además, las constantes denuncias en las redes sociales a causa de las extorsiones que cometen éstos.

Recientemente salieron a la luz pública los casos ocurridos en los municipios de Tultitlán y Naucalpan, donde los elementos viciados, se dejaban pedir hasta 3 mil 500 pesos para dejar en paz a personas acusadas, por ejemplo, de no traer en sus vehículos el holograma de verificación o sencillamente, de que circulan el día que no les corresponde, esto sin tomar en cuenta cuando se trata de autos que vienen de otros estados del país, donde las medidas anticontaminantes del Valle de México, no se aplican.

Y también, por si ello fuera poco, el reciente caso de cinco policías de Atizapán de Zaragoza, denunciados por secuestro, quienes además fueron señalados por “sembrar” armas a las personas que detuvieron, para exigir a sus familiares dinero, a cambio de no ponerlos a disposición del Ministerio Público.

En Tultitlán, que era conocido como el municipio con la policía más corrupta de la entidad mexiquense, sucesivas administraciones realizaron esfuerzos para revertir este fenómeno, pero la realidad los ha rebasado.

En Naucalpan y Atizapán, la lucha contra la corrupción tiene que profundizarse en contra de los elementos que lejos de brindar seguridad, generan temor en la ciudadanía, que los percibe como una amenaza, igual o peor que la propia delincuencia.