Columna LA OPINIÓN JOVEN
Columna LA OPINIÓN JOVEN
Por: Fátima Gabriela Delgado Romero
“Juventud decadente”
Ser joven en México conlleva una gran responsabilidad moral y social, como se ha expresado en diversas ocasiones: “el futuro de México” y el más próximo por cierto. Por tal motivo, es que se respira un aire de preocupación, agobio y desesperanza y de cierta manera es razonable, puesto que en este país la educación a nivel superior ya no es suficiente para conseguir un buen empleo o emprender un negocio, además de esto, existen diversos factores que determinan e influyen para que esto no suceda: la apatía, el desinterés, la indiferencia y el individualismo.
Las generaciones pasadas crecieron llenas de sueños y aspiraciones, buscando un mejor nivel de vida, luchando por su país, por el futuro de sus hijos (en aquel entonces eran la mayoría los que buscaba tener una familia), vaya, tenían algo porqué luchar y sobre todo vivir, además de que las condiciones laborales eran distintas y la globalización no nos había alcanzado.
El auge de los smartphones y tablets trajo consigo no solo facilidad y comodidad, sino también enajenación, alienación e indiferencia hacia el tema social, político y económico. El capitalismo logró su cometido al vendernos productos que nos convirtieron en seres manipulables, como si hubiesen elaborado un sistema de control agradable y entretenido que además nos sirve para “mejorar” y “facilitar” nuestra forma de comunicarnos con nuestros seres más allegados y también crear nuevas relaciones íntimas con otras personas, cosa que la televisión no hacía.
En este año se conmemoran cincuenta años desde el más atroz suceso en la historia de nuestro país, “La matanza de Tlatelolco” en 1968, a pesar de que haya pasado medio siglo, hay a quienes aunque no lo vivimos nos da rabia, dolor y tristeza de solo pensarlo. La situación fue que en ese mismo año se llevaron a cabo los Juegos Olímpicos en México, faltaban diez días para que dieran inicio y obviamente el gobierno de Díaz Ordaz no quería desmanes en las principales plazas públicas, ni ser el centro de atención, al menos no de una forma negativa, por lo cual se le ocurrió la brillante idea de hacer una “limpia” y arremeter contra estudiantes y civiles, también.
Lo que me parece un poco increíble fue la magnitud de estudiantes jóvenes que marchaban y protestaban para defender sus derechos civiles, en contra de la represión que se vivió en ese momento por parte del Estado. En la actualidad me parece utópico que jóvenes luchen por sus derechos y por una mejor calidad de vida, aunque no dudo que haya quienes si estén buscando mejoras, quienes si estén haciendo la revolución, porque como en algún momento lo expresó Salvador Allende: “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”.
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