PRIMERO LOS NIÑOS

Por: Alfonso Malpica Olvera

La infancia y el exceso de pantallas

El último estudio de UNICEF sobre infancia y acceso a la tecnología arroja datos alarmantes de la exposición habitual de nuestros niños y niñas a las diferentes pantallas como los celulares, computadoras o tablets. Según el estudio realizado, las niñas, niños y adolescentes de entre 10 y 15 años pasan más horas delante de una de esas pantallas que delante de un maestro.

Esto lleva a preguntarnos quienes están educando en este momento a nuestros hijos e hijas, teniendo en cuenta que, a través de esas pantallas conectadas a internet, nuestra infancia entra en contacto cada día con miles de desconocidos, y recibe estímulos e información completamente incontrolables.

Tres son las grandes industrias que se mueven a través de internet en las que la infancia y la adolescencia se mueven habitualmente. La primera son las redes sociales, donde prácticamente la totalidad de los adolescentes y cada vez más niños, incluso menores de 10 o 9 años participan activamente, y donde pueden interactuar con prácticamente cualquiera sin ningún límite.

El otro gran gigante en internet para niños y niñas es el ocio que tiene que ver con videojuegos y con la música. En ese entorno interactúan habitualmente de manera diaria casi todos aquellos y aquellas menores que tienen a su disposición un celular con conexión a internet.

Y la otra gran industria que capta consumidores diariamente entre los más pequeños es la pornografía. Y es precisamente a través de las redes sociales y de los videojuegos como los más pequeños entran en contacto con la industria del porno, la mayoría de veces accidentalmente, pero de manera muy rápida se convierten en consumidores, ya que la pornografía se convierte en un súper estímulo, del que pueden estar siendo víctimas incluso mientras están en su recámara a escasos metros de nosotros sus padres, dentro del propio hogar.

El mismo estudio citado antes lanza la cifra de que prácticamente el 80% de los niños de 10 años han tenido algún contacto con el porno, y más del 50% de los niños hasta 15 años son consumidores diarios de ese producto.

Necesitaríamos mucho más espacio que el que generosamente me brinda esta columna para analizar los efectos completamente nocivos de la exposición a la pornografía demuestra infancia y adolescencia, y más aún, que sea esa industria la que los eduque en sus relaciones sexo afectivas en lugar de las familias, que somos quienes tenemos esa importante responsabilidad.

Por supuesto que no es fácil muchas veces hablar con nuestros hijos e hijas adolescentes, y menos aún de temas tan delicados como sus relaciones interpersonales. Pero, desde luego que vale la pena invertir ese tiempo en robárselo a las pantallas, ya que si no lo hacemos, esas pantallas y todos esos desconocidos que interactúan con nuestros niños y niñas se convierten en los educadores que padres y madres debemos ser, privando a la infancia de una educación en valores y dejándola expuesta, en muchas ocasiones, a verdaderas amenazas como el ciberacoso, el sexting o incluso las redes de trata de personas de niños y niñas, en nuestro país, donde el abuso sexual infantil es un problema casi estructural.

Es por todo esto que animo a todos los padres y madres a realizar ese esfuerzo comunicativo y construir una relación de confianza con sus hijas e hijos para que no se los absorban las pantallas.